Mi amigo el “NO”
Se avecina un post. Lo huelo. Lo presiento.
Uno de esos que escribes cuando apetece buscar desahogo en las palabras escritas.
Uno de esos que sale cuando sientes la serpiente moviéndose por el estómago y tratando de buscar la salida para llegar a la boca. Pero si el bichejo se escapa quedas mal, como la pobre Margarita. ¿Os acordáis?
Entonces es mejor empezar a escribir y vomitar sobre un teclado que obliga a hacerlo de forma ordenada. Que lo convierte en una queja decidida y descifrable.
Así que hoy voy a escribir un post. Uno que hable sobre la farsa y los farsantes. Sobre el dominio que el astuto fariseísmo ejerce sobre personas buenas. Uno que cuente como se detecta el cinismo cuando recibes cumplidos envenenados y piropos bomba.
Además me gustaría hacerlo bien. Redactarlo de manera que se entienda lo que quiero expresar. Cuidar cada detalle de la redacción e ir punto por punto explicando la causa para convertir este texto en un espejo donde algunos (una misma) se sintieran vergonzosamente reflejados.
Quisiera en él hablar sobre la hipocresía. Describirla e incidir sobre lo agotador que debe resultar tener dos caras para mostrar a una misma persona en diferentes situaciones.
Lo fatigoso de fingir frente a alguien que no aprecias. Lo violento de un silencio de una conversación que no apruebas. La mirada envidiosa que esquivas y la acusadora que enfrentas…
Discutiría también sobre algo que sonara utópico pues propondría una anarquía social y sentimental.
Un mundo en el que no afectase tanto el decir lo que piensas, sin paños calientes ni mariconadas.
Un momento para disfrutar de un día de furia sin terminar detenido.
Una sociedad en la que poder elegir con quien alterno sin que nadie se sienta ofendido.
Un lugar perfecto donde poder mandarnos a la mierda y quedarnos como nuevos.
En el que puedas abrazarte al “no” y dormir a pierna suelta.
Pero eso me llevaría alrededor de 90.000 caracteres, y hoy voy con algo de prisa.