“Hola caracola. Acabo de entrar en tu página web y estoy sorprendido de lo bien que escribes. Me gustaría invitarte a comer unas otras.... o mejor no, te llevo a un gallego en el culo del Madrid y luego si bebo... tu conduces”
A ver majetón. Qué es lo que no has entendido. Es que desde la rima del principio hasta el final todo está mal. Y por hacer el cuento corto me he visto en la obligación de reducir tu mensaje, eso sí, sin sacarlo de contexto.
No te niego que me has hecho reír a carcajadas, si presupongo que lo tuyo tiene más guasa e ironía que otra cosa. Pero, en cualquier caso y como diría Risto, eres un NO.
Ojalá encuentres una lectura que tus escasas dendritas neuronales puedan comprender. Alguien con la que puedas disfrutar de unas ostras en un gallego en el culo de Madrid y que tengas la suerte de que te toque el molusco malo o bien te dejes un piño con un trocito de concha. Espero que tu acompañante se beba el Amazonas bajando en todo su caudal y desaparezca calle abajo mientras te saca un finger, después de haberse encendido un puro con tu tarjeta de crédito, la misma con la que pensabas pagar el pack de noche completo; como a ti te gusta.
Si estás de suerte tal vez de pare la poli y tengas que soplar. Probablemente des positivo en hijoputismo y viagra, mientras te rilas encima por los efectos de la ostra perversa. Pero nada, tú tranquilo que otra vez será. Vas por buen camino si es que te diriges a las cuevas de Altamira.
Sin acritud y desde el cariño te doy las gracias por haberlo intentado. ¡Aúpa valiente! Hoy en día andamos escasos de héroes como tú, con esa manera tan elegante de seducir que hacen que se nos pongan los pelos como escarpias del doce.
Sarcasmos aparte y para que lo comprendas bien, (cómo te explico yo esto sin que exista un pequeño fleco suelto al que te puedas agarrar, que es que a veces, si no somos maleducadas no os sirve) antes me corto las venas con la pajita de un McFlurry.
Honestamente pienso que eso no hay Dios que lo malinterprete. ¿O sí? Tal vez me sorprendas y alcances el nivel máximo de gallarda soplapollez invitándome a rascarte el lomo de macho alfa en tu gruta.
Mientras tanto mucha suerte en la vida. Compra acciones en cualquier web erótica que gracias a tipos como tú el Satisfyer está rompiendo en el mercado.
Salud para todos.
¿Que hay pa’ cenar? O como ser un perfecto ñu.
enero 21, 2011
Señoras y señores, esto es un escándalo.
Las mujeres modernas del siglo XXI han caído en la trampa de la igualdad, entrando cual toro furioso en la plaza, mientras muchos hombres se descojonan tras el burladero.
Ser una mujer independiente significa, por ejemplo, madrugar un poco más que ese, que sigue roncando a las 7:30 de la mañana, para llevar a los niños al colegio. Una vez depositadas las criaturas vuelas hasta la oficina para no llegar tarde, mientras te arreglas el maquillaje en el ascensor; porque una mujer de hoy también tiene que estar guapa y al tanto de las últimas tendencias en moda.
Hora de comer. Las hay afortunadas que al no tener tiempo para
volver al hogar comen en el trabajo, medio espárrago acompañado
de un litro de agua. No olvidéis que hay que estar delgadas e
hidratadas.
Otras en cambio corren a casa, en donde deberán desplegar su
creatividad culinaria para la elaboración de un primer y un segundo
plato a los que les aguarda un triste final: Ser engullidos en 38 segundos por una especie de orco sin alma, que abandonó sus
escasos modales en un altar años atrás.
Tras hacer la digestión, entre lavadoras y plancha acumulada, toca
volver al tajo. Horas más tarde, tú, madre trabajadora y símbolo de la igualdad en una sociedad moderna, recuerdas que tuviste hijos y que debes recogerlos (a uno en la guardería y al otro en el cole) en menos de 10 minutos, a no ser que quieras crearles un trauma para
toda la vida o bien recibir la visita de los servicios sociales.
En la carrera por ser una buena madre descubres que “Rexona si te
abandona” , pero no hay tiempo para solucionarlo.
Después de la reunión de padres por ” Un hogar feliz: más tiempo
para tus hijos”, dejas a los niños en clase de chino (que es el futuro)
y aprovechas ese rato para ir al gimnasio; tienes que estar guapa
para tu marido, que la cosa anda muy mal y hay mucho pendón
suelto.
Por fin en casa… Niños bañados, cenados y acostados. Plancha
terminada y la mesa otra vez puesta. Esta noche con velas, pasta al
dente y un buen vino, porque hoy es hoy. Porque yo lo valgo.
Ruido de llaves, ya llega a casa y no repara ni en las velas. Tras el
murmullo de un gruñido, más propio de un animal moribundo bajo el sol de la sabana africana, se adivina un hola. Ni besos, ni mariposas. Su sosez y desidia logran que el vino se pique y la pasta
se pase. Y su primera frase comprensible a oídos humanos termina
por coronar la noche: ” ¿Que hay pa’ cenar?”
Entonces te das cuenta y piensas:
“Mi marido es un ñu. Y yo soy gilipollas”.